Capilla de la Santísima Trinidad

Se localiza a los pies del templo, incardinada en una estructura románica (tienen que cerrar el arco de la lonja grande) y cierra la nave del Evangelio. Fue fundada y espléndidamente dotada como ámbito funerario por el matrimonio formado por Martín Sarasa y Juana de Aranda, según licencia dispensada en 1570. En 1569 el matrimonio manifestaba en su testamento la intención de fundar una capilla funeraria en el lugar que el Cabildo les asignara. Los fundadores disponen ser enterrados allí y celebrar en ella una misa diaria durante un año después de su fallecimiento. Suponemos que fueron aquí enterrados pero no sabemos exactamente dónde ni si tuvieron lauda sepulcral pues no queda ningún rastro (ambos fallecieron sin ver concluida la capilla).

¿Quiénes eran Martín de Sarasa y Juana de Aranda para tener tanto poder y dotar de tantas riquezas la capilla?: Desconocemos la mayor parte de su biografía. Sólo que eran señores de Sasal (despoblado cerca de Navasa) y que formaban parte de la rica burguesía mercantil jacetana y para acceder al estamento nobiliario compraron el señorío de Sasal. Otro miembro de la familia Sarasa había costeado en la década de 1520 la capilla y el retablo de Santa Ana de la Seo de Jaca, sin embargo en la mente de los fundadores de la Capilla de la Trinidad debió estar como modelo en su cabeza la Capilla de San Miguel y la del acaudalado mercader Gabriel Zaporta de la Seo de Zaragoza, pues los mismos maestros que en la capilla zaragozana trabajarán en Jaca (Anchieta y Salbán quienes también trabajan, quizás simultáneamente, en el sepulcro del obispo Baguer).

Los promotores seleccionaron para la obra a los mejores maestros posibles entonces en Aragón. La construcción se encomendó ya en 1572 al cantero vizcaíno Juan de Landerri (que también diseñará en estos mismos momentos el claustro de las benedictinas de Jaca por recomendación de Sarasa) y su arquitectura italianizante constituye uno de los ejemplos más tempranos en Aragón de capilla funeraria con cúpula sin tambor sobre trompas aveneradas.

La capilla de la Trinidad es un espacio de enorme simpleza estructural, concebida como un prisma de base cuadrada, más una boca de capilla, que remata en media naranja con linterna. De este modo se configura el característico espacio centralizado con cúpula no trasdosada muy común en la España del siglo XVI. El paso de la planta cuadrada a la circunferencia de la cúpula se produce a través de trompas (solución utilizada entre los maestros castellanos de la meseta norte en el segundo y tercer tercio del siglo XVI). La cúpula  hemiesférica arranca de una planta octogonal, es encasetonada y está decorada con florones de madera dorada, los mismos que hay en el cupulín de la linterna, que proporcionan unos destellos de luz y policromía acorde con la estética de las techumbres hispanas góticas. En cada ángulo del octógono hay unas ménsulas con decoración vegetal, cabezas de angelitos, seres alados y pequeñas figuras simbólicas que pueden referirse a las ánimas de los fundadores de la capilla. Este tipo de cúpula sin tambor se considera primordialmente romano (inspirada en el Panteón y otros ejemplos de la antigüedad clásica) y tiene significación funeraria. En la parte inferior de la cúpula, en cada uno de los lados del octógono figura la siguiente inscripción: Diso Padre celestial apiádate de nosotros. Dios Hijo redentor del mundo, apiádate de nosotros. Dios Espíritu Santo, apiádate de nosotros.

LA PORTADA

La capilla incluye también una portada renacentista policromada de carácter monumental concebida como un arco triunfal de medio punto que, probablemente, fue diseñada por Guillén Salbán. En ella hay una representación de la Virgen con el Niño, Virtudes, Santos, escenas de la infancia de Cristo y símbolos de su Pasión, junto a otros temas de contenido funerario. En su ejecución material participaron 3 artistas diferentes:

1.- Anchieta: a quien se deben los modelos romanistas de la Virgen con el Niño que ocupa el óvalo del frontis, más las virtudes de la Prudencia, Justicia y Fortaleza colocadas sobre el cornisamiento y la Virtud de la Esperanza de una de las jambas.

2.- El otro escultor pudo ser el propio Salbán a quien se atribuyen los modelos menos avanzados de la Fe, Caridad y Templanza.

3.- El tercer artífice, quizás Jorge de Flandes, esculpió los relieves de factura más tosca.

ICONOGRAFÍA DE LA PORTADA:

En la parte superior un tondo con la Virgen con el Niño flanqueado por los escudos de los fundadores. Dos cartelas con oraciones marianas (Dígnate que yo te alabe Virgen Sagrada y Dame valor contra tus enemigos), y las esculturas de 3 virtudes: Prudencia (libro), Justicia (espada) y Fortaleza (columna).

Justo debajo un friso presidido por la Santa Verónica con el velo y en los extremos un busto masculino y femenino que podrían ser Martin Sarasa y Juana de Aranda.

En las enjutas de la portada otras 2 virtudes: La caridad y la templanza.

En el interior de las jambas se encuentran sendas hornacinas aveneradas con otras 2 virtudes: Fe y Esperanza  y bajo ellas el relieve de la Visitación y la Huída a Egipto. A los lados de ésta última están esculpidos san Pedro y San Pablo, mientras que flanqueando la segunda composición se encuentran Santiago el Mayor como peregrino y San Felipe.

En el intradós del arco hay cinco grandes y abultadas cartelas con motivos en relieve: las armas de los fundadores; la Epifanía; la matanza de los inocentes; un ángel con la escalera y el martillo y el Niño Jesús bendiciendo.

EL RETABLO

Preside el recinto el magnífico retablo (para José camón Aznar es una de las creaciones más grandiosas de la escultura española del renacimiento)  de piedra policromada bajo la advocación principal de La Trinidad, que tiene como co- titulares a San Martín como Obispo (el promotor es Martín Sarasa) y al ángel custodio. El retablo es obra del genial escultor vasco Juan de Anchieta[1], con posible traza del entallador malloquín Guillén Salbán y ya está terminado en 1574, mientras que su policromía se retrasó cuatro años y fue realizada por el pintor aragonés Nicolás Jalón.

El retablo consta de sotobanco, banco de tres casas apaisadas separadas por plintos que sirven para sustentar a las cuatro columnas que dividen el  cuerpo único en tres calles y termina en un ático culminado por frontón triangular.

El zócalo o sotobanco lleva dos escudos a cada lado de la mesa de altar que corresponden a las armas de los fundadores de la capilla Martín Sarasa y Juana de Aranda: partido 1º en campo de oro rastrillo o compuerta (compuerta de hierro enrejada para la defensa de los castillos) de color azul; 2º en campo de gules, águila pisando un madero sobre un río. En el banco, en las 3 caras de los plintos de las columnas, hay relieves de 3 santos y 9 santas, y entre ellos se distribuyen las escenas en relieve representando la Visitación, el Nacimiento de San Juan Bautista y cuando los judíos le preguntan si él es el Mesías.

  • SANTAS: excepto Santa Orosia que lleva alfanje o cuchillo en la mano derecha, el resto de imágenes no tienen símbolos iconográficos particulares que las identifiquen y únicamente portan palmas y libro (como defensa de su fe cristiana) o nada.
  • SANTOS: San Francisco de Asís viste hábito de la Orden  con cordón de 3 nudos, portando la cruz y con llagas impresas en las manos. El otro santo, con amplia tonsura pertenece a orden religiosa dominica o benedictina lleva en las manos una cruz y un libro cerrado. La ausencia de atributos del 3º santo, joven imberbe y con túnica, impide su correcta identificación.
  • RELIEVE VISITACIÓN: Las dos mujeres abrazadas (Isabel de mayor edad y casi arrodillada palpa el vientre de María). Están acompañadas de sus esposos, San José – más joven y enérgico- (a la derecha de la escena) y Zacarías – viejo y barbado- (a la izquierda y con el dedo índice en la boca como símbolo de incredulidad, pues permaneció mudo hasta el nacimiento de su hijo).
  • NACIMIENTO DEL BAUTISTA: hasta 13 figuras y detalles domésticos con las parteras atendiendo a Isabel acostada y al niño a quien se disponen a vestir con pañales recién calentados en un gran brasero. San Juanito está en los brazos de la Virgen de acuerdo a una tradición que se remonta a San Ambrosio y que recoge Jacobo  de la Vorágine en la Leyenda Dorada. Detrás de este grupo Zacarías y San José en actitud de diálogo (porque Zacarías recobra la voz tras el nacimiento de su hijo, cumpliéndose la promesa divina). Fondo arquitectónico que busca profundidad.
  • LOS JUDÍOS PREGUNTAN A JUAN SI ÉL ES EL MESÍAS: El relieve ilustra la discusión del Bautista con los fariseos y la falta de tradición iconográfica ha permitido a Anchieta gran libertad. El precursor adopta gesto oratorio con el índice levantado y señalando al cielo (anunciando la llegada del mesías) y se dirige a un grupo de personas que lo escuchan, uno que rebate sus argumentos y otros dos dialogando.

Cuatro columnas articulan la estructura del cuerpo central. Son corintias y decoradas en el tercio inferior con tallas de angelitos desnudos y el resto estriados. Entre las columnas hay hornacinas aveneradas, representándose en la central la Trinidad con el Padre Eterno que tiene entre sus rodillas a Cristo Crucificado y en la cruz está colocada la Paloma del Espíritu Santo.

  • TRINIDAD: Dios sentado en el trono porta la Hijo crucificado y el espíritu santo los enlaza. Se trata de la representación del tema como Trinidad Trono de Gracia aprobada por la autoridad eclesiástica. Se trata de un modelo ya utilizado en el siglo XIII en una de las arquivoltas de la portada de San Cernín de Pamplona y expresa la idea teológica de que el Hijo ha muerto en la cruz con el consentimiento del Padre y del Espíritu Santo. El padre eterno es una réplica del Moisés pero concebido con serenidad y solemne reposo. Cristo crucificado, de reposada serenidad, se representa muerto con la cabeza inclinada sobre el hombro derecho, herida sangrante en el costado, 3 clavos, torso atlético y musculoso y paño de pureza muy pequeño.
  • ÁNGEL CUSTODIO: Lleva corona en la mano izquierda (porque es el premio que el ángel da a sus protegidos que practican la virtud) y sujeta con la diestra una espada (sólo conservada la empuñadura porque con ella hiera al pecador y protege al devoto). Gesto uraño y postura como el David.
  • SAN MARTÍN: Lleva báculo como obispo de Tours.
  • SAN PEDRO Y SAN PABLO: Los dos apóstoles de busto. San Pedro con las llaves y el libro y San Pablo con la espada, símbolo de su martirio.

A sus pies entre nubes, cabezas de ángeles a modo de peana y ángeles recostados. En postura similar en las enjutas muchachos entre cortinajes que sujetan una cartela con las letras STUD (Santa Trinidad, un solo Dios). En las hornacinas de los lados el Ángel custodio y San Martín de Tours. Encima de ellos, los bustos de San Pablo y San Pedro. Sobre el entablamento, las estatuas de los Evangelistas en posición sedente: San Marcos, San Juan, San Mateo y San Lucas. En el ático hay un relieve entre columnas con la escena de la Piedad. En el centro del friso una cartela con el año 1578.

  • PIEDAD: Se busca el momento de indudable dramatismo con el Cristo muerto sobre el regazo de la Virgen. Detrás dos Marías, una de ellas La Magdalena con el tarro de perfumes. 

Las figuras tienen una serenidad clásica y quietud propias de este artista. Son grandiosas, heroicas y de ademanes grandilocuentes porque siguen los tipos de Miguel Ángel que Anchieta pudo aprender de los dibujos y estudios que Becerra trajo de Italia.

En la talla del retablo se observa una concepción heroica, clásica, monumental y reposada de las composiciones de las propias figuras, de acuerdo con el pensamiento de la Contrarreforma.

Del conjunto destaca el grupo de la Trinidad, cuyo hercúleo Padre Eterno es una réplica del Moisés realizado por Miguel Ángel para la tumba del papa Julio II en Roma (aunque todo lo que en Miguel Ángel es tensión, movimiento en inquietud, se convierte en solemne reposo en Anchieta). No en vano, Anchieta es uno de los intérpretes más geniales de las fórmulas miguelangelescas en la escultura española del último tercio del siglo XVI, introducidas por Gaspar Becerra en el retablo de Astorga (León).

El retablo de la Trinidad y el grupo de la Asunción del sepulcro del Obispo Baguer (obispo de Algero –Sicilia-) en la misma catedral, son modelos pioneros de las formas romanistas en la escultura altoaragonesa.

El programa iconográfico de todo el conjunto es de claro signo funerario y la idea rectora del mismo está encaminada a resaltar la salvación de los patronos de la capilla guiados por el ángel custodio y conseguida por la práctica de la virtudes, la lectura de los Evangelios, la devoción a San Juan Bautista (Juana de Aranda, la encarga), a San Martín de Tours (Marín Sarasa), a San Pedro, a San Pablo y otros santos. La Virgen María, Madre de Dios, actúa como intercesora entre los fieles fundadores y la Divinidad manifestada por la Santísima Trinidad, a través del Padre, del Espíritu Santo y del Hijo, sacrificado en la cruz para la Redención de los hombres.

En resumen, la idea del programa es que todo aquél que haya llevado una vida cristiana, que haya seguido por preceptos de la fe y haya practicado las virtudes, tendrá no sólo la esperanza en el más allá sino la seguridad de una buena muerte asistidos por su Ángel de la Guarda.


[1] Juan de Anchieta o Ancheta: Nacido en Azpeitia, (Azpeitia, h. 1540Pamplona, 30 de noviembre de 1588) fue un escultor español de estilo romanista. Sus obras en madera y alabastro influyeron en el área del actual País Vasco, Navarra, Burgos, La Rioja y Aragón. Su nombre frecuentemente se confunde con el del músico Juan de Anchieta.  Formado en el taller de Gaspar Becerra con quién colaborará en el retablo mayor de Astorga. En el catálogo de obras que le atribuye están: el retablo de Santa Clara de Briviesca, el de Zumaya, intervenciones en el de la Catedral de Burgos, el de la Capilla de la Trinidad de la catedral de Jaca, el de San Miguel dela Seo de Zaragoza (capilla de Gabriel Zaporta), el de Cáseda, su intervención en los de Alquiza, Asteasu y Régil, el de Aoiz y el de la iglesia de Santa María de Tafalla.