Capitel del Sátiro

Procede de la catedral de San Pedro de Jaca (Huesca)
S.XII. Anónimo. Piedra labrada. Románico
44 cms. x 44 cms. x 44 cms.

Capitel de piedra caliza esculpido en sus cuatro caras. Cada uno de sus lados está compuesto por una imagen central enmarcada por dos figuras angulares.


La primera cara representa un joven desnudo, visto de espaldas, con la cabeza de perfil. Alza la vista hacia arriba mientras se lleva el dedo índice de la mano derecha a la mejilla. Con la mano izquierda sostiene algo entre sus muslos. Destaca el tratamiento anatómico de este personaje, considerado como uno de los desnudos más bellos del románico europeo, à través de la delicadeza de sus músculos en extremidades, espalda y glúteos, así como de su cabello rizado.


En la segunda cara aparece un león en una posición forzada, poco natural. Su rostro de ojos abiertos está enmarcado por una frondosa melena mientras su cuerpo y sus garras se arquean hacia atrás para ocupar todo el espacio asignado.


El tercer lado destaca por la presencia de una hermosa ave que también arquea su cuerpo hacia atrás hasta formar un círculo. Su pico, su ojo y el tratamiento de las plumas de gran calidad facilitan su interpretación. Dos elementos ondulantes flanquean ambos lados de este pájaro, el cual apoya una de sus patas sobre la voluta derecha.


Desgraciadamente, la figura central de la cuarta cara no se ha conservado. Sólo podemos adivinar dos elementos ondulantes laterales similares a los que aparecen en el lado del ave.


En los cuatro ángulos del capitel se representan unas figuras híbridas de afiladas garras sobre las que se apoyan unas pequeñas volutas. Dos de estos monstruos presentan rasgos femeninos, con cabello largo y liso, trabajado en bonitos mechones y discretos senos en el pecho; mientras que los otros dos, más masculinos, tienen vello en el torso y brazos y el rostro es más salvaje.

El capitel del Sátiro (título acuñado por Francisco Prado-Vilar, principal estudioso de esta pieza) destaca por su compleja iconografía, a cuya interpretación no ayudan el desconocimiento de su fecha exacta de creación, de su ubicación original en la seo jaquesa ni de la personalidad de su artista.


En una de las restauraciones acometidas en la catedral durante el siglo XX, fue reutilizado para soportar la mesa de altar de la Capilla del Pilar. Se considera que inicialmente debió pertenecer al ámbito del claustro, espacio del que Prado-Vilar especifica que provendría de la tumba del conde Sancho Ramírez, construida a comienzos del siglo XII.


Los motivos iconográficos y la plástica del capitel se muestran deudores del arte clásico. Para Serafín Moralejo esta influencia romana habría llegado a Jaca desde Castilla y León, siendo su foco emanador el sarcófago de Husillos hoy en día conservado en el MAN (mediados del s. II d.C.). La historiografía más moderna concede sin embargo mayor peso al viaje que el rey Sancho Ramírez hiciese en 1068 a Roma como peregrino, donde pudo entrar en contacto con modelos más variados.


La iconografía del capitel ha sido interpretada por Francisco Prado-Vilar en base a su entorno y su sentido funerarios. El desnudo masculino y el león de dos de sus caras han sido puestos en relación con los thiasos dionisiacos. En estos cortejos, las figuras de los sátiros y las ménades danzantes adoptan poses similares a la del joven esculpido en el capitel, de ahí que haya sido interpretado como un sátiro. Estos suelen sujetar en sus bailes pieles de pantera, animal sagrado del dios grecolatino, a las que parece emular formalmente el león románico, aunque también se ha vinculado con representaciones clásicas de la piel de león de Hércules. El pájaro representado en el tercer lado del capitel ha sido interpretado como un ave fénix envuelta en lenguas de pájaro. Este animal aparece constantemente en pinturas y mosaicos paleocristianos, como los de la basílica de San Juan de Letrán, pues su presencia simboliza la resurrección y se asocia a la traditio legis.


Esta hipótesis basada en fuentes de la Antigüedad se ha reforzado con otros capiteles procedentes de la seo jaquesa, como el capitel conservado en la iglesia de Santiago de Jaca. En él se recoge una representación que Prado-Vilar relaciona con el tema del Triunfo de Baco y las Estaciones.


Asimismo, el capitel del sátiro sigue un interesante esquema compositivo, basado en la tensión generada entre el sentido ascendente de sus protagonistas y la robustez de los seres híbridos de las aristas, que se agarran con firmeza al collarino del capitel. Dicha composición nacería de la traducción de la articulación de los modelos grecolatinos a las necesidades estructurales del capitel medieval. A estos modelos también responde la plástica de las figuras, de formas carnosas y naturalistas.