Mujeres en la Edad Media hubo muchas, casi tantas como historias de vida silenciadas. En una época en la que ellas eran vistas como responsables de la pérdida de la Gracia divina y ellos considerados principales sustentadores del linaje y el patrimonio, pocos nombres femeninos quedaron escritos en las páginas de la Historia. Hoy queremos hablaros de uno de ellos, el de la condesa Doña Sancha. Pensadora independiente, hábil estratega y gran valedora del Reino de Aragón en sus orígenes, su nombre pervive en nuestra memoria gracias a algunas menciones en los documentos de su tiempo y al espectacular sarcófago románico en el que descansa su cuerpo. Este sarcófago es prueba de su posición privilegiada, que muchas mujeres no pudieron disfrutar en la Edad Media. No obstante, este sarcófago nos habla también de los intereses, las ambiciones y las inquietudes de Sancha, que ella tuvo como otras tantas mujeres de su tiempo. Este sarcófago sirve para poner voz a todas las mujeres silenciadas a lo largo de la Historia.
#DíaInternacionaldelaMujer#8marzo Doña Sancha nació hacia 1045, fruto del matrimonio del rey Ramiro I y la dama francesa llamada Ermisenda. El reino de Aragón apenas acaba de nacer, por lo que Ramiro I decidió casar a su hija Sancha con el conde Ermengol III de Urgel para consolidar las relaciones con los condados catalanes.Este matrimonió de conveniencia terminó anticipadamente, pues Sancha quedó viuda y sin descendencia a muy temprana edad. En ese momento, decidió regresar a su tierra natal y ayudar a su hermano Sancho Ramírez, el nuevo rey de Aragón, a gestionar el reino.Los méritos atribuidos a Sancha son incontables. Se encargó de la crianza y la educación de sus sobrinos Pedro y Alfonso (futuros reyes de Aragón), jugó un papel determinante en la reconquista del territorio, fue el mayor apoyo político de su hermano Sancho Ramírez y gestionó comunidades monásticas tanto femeninas como masculinas (Santa Cruz de la Serós, Nocito y Siresa).
Aun más impresionante resulta que entre 1082 y 1083 estuviese al frente de la diócesis de Pamplona, no como “obispa” (cargo no contemplado por la Iglesia) pero sí como tenente, desempeñando las mismas funciones que un obispo a nivel administrativo.Tras su muerte en 1097, su sobrino Pedro I encargó un impresionante sarcófago de piedra para acoger el cuerpo de Sancha. Se trata de una pieza única, ya que en Europa se han conservado muy pocos sarcófagos románicos femeninos tan ricos y bien conservados.Sancha aparece representada en varias escenas. En la cara principal, su cuerpo aparece desnudo para simbolizar la pureza de su alma, que está siendo guiada a los cielos por dos ángeles. Para favorecer su resurrección, el escultor también incluyó las imágenes de dos grifos, animales mitológicos que, según la creencia cristiana, elevaban las almas de los difuntos al cielo.No obstante, tal vez la escena más entrañable aquella en la que aparece Sancha acompañada por dos mujeres. Se cree que estas puedan ser Teresa y Urraca, hermanas de la condesa. Las tres mujeres parecen representadas con atributos de poder (por ejemplo, la silla de tijera, reservada tradicionalmente a monarcas y obispos), prueba de la gran admiración que debió sentir Pedro I por sus tres tías.