Madera de pino policromada
S. XIII. Anónimo
De la ermita de San Vicente de esta localidad es el crucificado que hoy podemos admirar en lo que fue la capilla de Santa Margarita del claustro y que hoy es uno de los ámbitos dedicados a la escultura en el Museo Diocesano de Jaca.
Hemos elegido como pieza para este año de la misericordia la representación del crucificado puesto que Jesús vivió su pasión y muerte consciente del gran misterio del amor de Dios que se habría de cumplir en la cruz. La muerte de Jesús en la cruz revela su infinita Misericordia al entregarse para la salvación de toda la humanidad.
La imagen muestra a Cristo triunfante sobre la muerte siguiendo la tipología románica del crucificado de cuatro clavos. Sin embargo, su datación en el segundo tercio del siglo XIII hace que se muestre más evolucionado en su estilo, pues rompe la simetría y el hieratismo con un suave arqueamiento del cuerpo. La anatomía, de tamaño casi natural, se representa de manera esquemática pero con un mayor realismo insinuando ya el esternón, las costillas o los músculos del abdomen. El paño de pureza o perizonium se adapta perfectamente a la anatomía, está trabajado con exquisita delicadeza y remata en un artístico nudo. El rostro muestra también una mayor humanidad, con barba y bigote muy rizados, si bien continúa siendo sereno, sin asomo de dolor ni corona de espinas como es habitual en esta iconografía.
En el arte románico, la iconografía de Jesús está llena de simbolismo ya que se trata de un período en el que su representación intentará plasmar su naturaleza divina, más que la humana. De ahí su aparición como Cristo en majestad entronizado (Pantocrátor) en los ábsides; como adulto cuando se representa al Niño Jesús en el regazo del Trono de su madre o como vemos en la representación de los crucificados donde ese rostro sereno y calmado, sin atisbo de dolor, viene a decirnos que Cristo se presenta como un crucificado triunfante ante la muerte.
Sabías que…
En el contexto de los Pirineos muchas de estas imágenes de Crucificados fueron concebidas originalmente para formar parte de grupos escultóricos que representaban el descendimiento y se desclavaban en ceremonias litúrgicas especiales. De hecho, este Cristo ardisano sufrió una rotura intencionada en el hombro derecho para transformarlo en Cristo para un descendimiento.