Este mes de agosto se cumplen cincuenta y cuatro años del arranque de las pinturas de Bagüés, acometido por la familia Gudiol en el verano de 1966. Este evento supuso la recuperación y puesta en valor un conjunto románico que, por su calidad y extensión, es considerado uno de los más importantes de Europa.
Estos frescos fueron concebidos para decorar los muros de Santos Julián y Basilisa de Bagüés, templo que probablemente se construyó en la década de 1070, cuando pasó a depender como priorato de San Juan de la Peña. Algunos investigadores consideran que el programa pictórico tuvo que ser realizado pocos años después de la edificación de la iglesia, aunque otros prefieren retrasar su cronología hasta el siglo XII debido a la innovadora expresividad que demuestran sus figuras.
El conjunto de Bagüés aspiraba a ser una auténtica Biblia pauperum, es decir, un relato en imágenes de la Biblia destinado a fieles analfabetos. En consecuencia, los frescos cubrían por completo el interior de la iglesia y actualmente constituyen el conjunto de pintura románica más extenso conservado en España. El relato del Antiguo y del Nuevo Testamento (desde la creación de Adán hasta la Resurrección y Ascensión de Cristo) se distribuye en franjas a lo largo de los muros laterales y del ábside, siguiendo un sentido helicoidal. El muro occidental, hoy en día desaparecido, posiblemente estuvo ocupado por imágenes del Apocalipsis.
En la actualidad, las pinturas de Bagüés siguen configurando una atmósfera envolvente debido a su inteligente uso del color: sobre un fondo de intensas franjas azules y verdes, figuras en tonos blancos, amarillos y ocres interactúan entre sí. Estás también destacan por su expresividad y dinamismo, muy adelantados a los cánones del arte románico. Prueba de ello es Malco, personaje al que San Pedro corta la oreja en la escena del Prendimiento y que aparece representado de perfil abriendo la boca en un terrible gesto de dolor.
Estas características iconográficas y formales han llevado a muchos investigadores a relacionar los frescos de Bagüés con ciclos franceses, como los murales de las iglesias del Poitou o el Códice de Santa Radegunda. Recientemente, F. García García ha encontrado similitudes formales con algunos capiteles de la Catedral de Jaca, como el de San Sixto, que dan pie a nuevas conexiones artísticas.
¿Sabías que…?
Además de las relaciones trazadas por F. García García entre las pinturas de Bagüés y la escultura jaquesa, J. Martínez de Aguirre ha hallado paralelismos entre la cubierta de madera de Bagüés y la que cubrió en origen la Catedral de Jaca. Estas conexiones han provocado que estudios recientes planteen que, tal vez, el conjunto pictórico de Bagüés pueda ser una copia fidedigna de los frescos que en su momento decoraron la Catedral de San Pedro.