¿Queréis saber que tienen en común un refectorio, la Virgen del Pilar, el claustro de la catedral del Jaca y el MDJ? A finales del siglo XI es cuando se levanta la seo jaquesa y la orden que va a regir la vida en comunidad en los muros de la misma va a ser la de San Agustín. Por entonces la catedral de Jaca dispondría de dos claustros, y en ellos deberíamos encontrar todos esos espacios necesarios para poder convivir (y morir) y tener el menor contacto posible con el exterior: celdas, alguna capilla, sala capitular, lugar de enterramiento, cocina y, por supuesto, refectorio.
La palabra “refectorio” procede del latín “refectorium”, que a su vez procede de “refecto”: refresco. Eran salas muy amplias que básicamente servían de comedor para la congregación. Éstos disponían de hileras de bancos corridos donde se sentaban para comer y, en uno de los extremos, presidia una mesa con el prior o el abad. Dependiendo de la orden, estas comidas se realizaban en silencio sólo roto por la lectura de algún pasaje de la Biblia. Pero la orden que siguen en Jaca, como ya hemos comentado, es la de San Agustín y, a partir del S.XIV les permiten a los canónigos vivir fuera de la catedral, y éstas van a sufrir un inevitable abandono y deterioro.
Ya en el S.XVII, el espacio volverá a tener uso. El cabildo decide hacer una gran reforma consistente en cerrar un primitivo claustro en muy mal estado por los 300 años de abandono. Cierran los muros y los espacios vuelven a recobrar vida. Aunque con otras funciones.Aquel primitivo refectorio va a convertirse en una gran capilla: La de la Virgen del Pilar. Tan grande era que, durante mucho tiempo, se dudaba si se trataba de la Iglesia del Pilar de Jaca que se comentaba en alguna crónica. Parece ser que sí.
Pero la tercera función de este espacio llegará a finales del S.XX y principios del Siglo XXI: El MDJ. El antiguo Refectorio sigue manteniendo su nombre, pero actualmente guarda celosamente alguna de las piezas más relevantes de nuestra colección.Actualmente la capilla de la Virgen del Pilar ocupa un lugar más pequeño, pero con un marco incomparable: El ábside sur de la catedral de Jaca, único románico que se conserva de los tres.