Renacimiento, finales del siglo XVI
Óleo sobre plancha de cobre
Procede de la catedral de San Pedro de Jaca
Este mes queremos celebrar con vosotros estas fechas tan especiales con una delicada pintura, dedicada a la Adoración de los Pastores. Actualmente conservada en los fondos del MDJ, fue elaborada a finales del siglo XVI con la técnica del óleo sobre cobre.
Esta pieza de vivos colores entraña una cuidada composición. Los pasajes neotestamentarios de la anunciación a los pastores y su posterior adoración, reseñados en Lucas 2, 8-20, se disponen en varios niveles, en los que la narrativa sucede desde el fondo de la imagen hacia delante. En el último plano se adivinan dos pastores cuidando de sus rebaños, aparentemente sin conocer todavía la Buena Nueva de los ángeles. Más adelante, San José aparece haciéndose cargo de la mula y el buey, mientras que junto a ellos un ángel señala a un ovejero el lugar donde descansa el Niño. En un primer plano, éste ya está siendo adorado por la Virgen, otro ángel y un cuarto pastor.
Asimismo, las figuras se organizan en un esquema piramidal: las figuras apuntan con sus cuerpos hacia el vértice superior de la composición, donde un ángel porta una filacteria en la que puede leerse “Glori in Excelsis Deo”, las palabras con los que los ángeles anunciaron el nacimiento del Mesías. Flanqueándolo, dos putti que sostienen ramos de flores completan la escena.
El pintor ubicó la escena en el interior de una colosal construcción que, según puede deducirse de los vestigios ubicados en primer término, se trataría de un templo clásico en ruinas. A partir de la Baja Edad Media, los artistas comenzaron a sustituir la imagen del modesto pesebre por la de estos edificios semiderruidos, con el fin de subrayar la idea de que sobre las ruinas de la Sinagoga se ha de levantar la Iglesia. De esta manera, se pretendía simbolizar el triunfo del Nuevo Testamento sobre la Antigua Ley.
¿Sabías qué…? Frente a la frecuente representación de la Adoración de los Magos, su versión pastoril no cobró importancia hasta el siglo XIII. En ese momento, nuevas órdenes religiosas (franciscanos, dominicos) y movimientos laicos pauperistas empezaron a defender la llamada “pobreza evangélica”. Para denunciar la opulencia que en ocasiones exhibían las clases más altas, con la figura de los pastores se quería expresar la preferencia del Señor por los humildes.