Renacimiento. Siglo XVI.
Escultura de alabastro
Procede de la Catedral de Jaca.
Empezamos el mes de febrero hablando de uno de los personajes más interesantes de la historia moderna jaquesa: el obispo don Pedro de Baguer cuyo sepulcro renacentista de alabastro se sitúa en el interior de la Catedral.
Nacido en Jaca y de familia noble, Pedro Baguer tuvo desde joven una carrera imparable y una vida muy activa. Se doctoró en la Universidad de Salamanca, fue Inquisidor del Reino de Toledo y miembro del Consejo de Aragón. Más tarde ocupó el cargo de obispo de Alghero (Cerdeña, Italia), participó en el Concilio de Trento y terminó siendo Visitador del Reino de Mallorca residiendo sus últimos días en Jaca, su ciudad natal, donde falleció en 1573.
Su sepulcro conmemorativo está ubicado en la nave del Evangelio al lado de la Capilla de San Jerónimo. Forma parte de un completo monumento funerario levantado en honor al obispo y compuesto de un arco del triunfo coronado por un frontón en cuyo interior se aloja el grupo escultórico de Nuestra Señora de la Asunción.
El sarcófago, propiamente dicho, fue obra del escultor barcelonés Juan de Rigalte quien lo realizó hacia 1567. Está dividido en dos elementos principales: el yacente y la cama sepulcral. En la parte superior, don Pedro con rostro envejecido y los ojos cerrados, es representado en su calidad de Obispo. Viste casulla decorada con cenefas imitando bordados, bajo la que se deja entrever el alba y porta los atributos propios de su dignidad episcopal: la mitra decorada con imitación de pedrería y el báculo que descansa apoyado sobre su cuerpo. La cabeza está recostada sobre dos ricos cojines mientras que a sus pies aparece un libro cerrado, haciendo referencia a su función sacerdotal.
El frontal de la cama sepulcral está organizado por seis pilastras corintias sobre las que se apoya un entablamento. Estas pilastras organizan el espacio y separan las cinco hornacinas donde aparecen las esculturas alegóricas femeninas que representan a las Virtudes. De izquierda a derecha aparecen primero dos Virtudes Teologales: la Fe, cuyos símbolos son la cruz y el cáliz, y la Caridad que aparece junto a dos niños. Le siguen tres de las Virtudes Cardinales: primero la Templanza simbolizada por dos jarras con las que vierte agua; segundo la Justicia cuyos atributos son la balanza y la espada, y tercero la Prudencia ataviada con un espejo y una serpiente. Aunque este tipo de iconografía fue muy utilizada durante el Renacimiento, su interpretación resulta menos clara. Hay quienes han visto en estas Virtudes el retrato de las cualidades del propio obispo Baguer pero también se podrían interpretar de manera más general, como las virtudes que a lo largo de la vida debe intentar cultivar todo buen cristiano.
¿Sabías que…?
Gracias al escudo de la familia Baguer que aparece en los pedestales del arco del triunfo, cuyas armas heráldicas son principalmente dos vacas puestas en faja, se ha podido atribuir la procedencia de una de las joyas del Tesoro de Santa Orosia. Un magnífico pectoral de piedras preciosas donde aparecen en la parte posterior, las dos vacas del obispo Baguer. Se trataría pues de una donación del muy noble obispo don Pedro Baguer a Santa Orosia, patrona de su ciudad natal.