Gótico. Hacia 1300.
Pintura mural al temple arrancada y traspasada a lienzo.
Proceden de la iglesia de Santa María de Concilio.
Este mes de Julio nos introducimos en la Sala Refectorio del museo para conocer un poco más acerca de las pinturas murales de Santa María de Concilio. Pintadas hacia 1300 mediante la técnica del temple, estas imágenes protogóticas han llegado hasta nosotros gracias a que en 1730 quedaron ocultas tras el retablo barroco que decoró la cabecera del templo.
El ábside de la iglesia parroquial de Concilio estuvo enteramente decorado con estas pinturas, que se estructuraron en cuatro registros. Sin embargo, no tenemos ningún testimonio textual ni gráfico sobre su disposición original, exceptuando la descripción que el historiador Ricardo del Arco hizo de las escenas a comienzos del siglo XX. Se deduce de esta que los dos primeros niveles estaban dedicados al Antiguo Testamento, plasmando pasajes comprendidos entre la Creación de Adán y el Canto de Lamec (descendiente de Caín), mientras que las franjas inferiores mostrarían escenas neotestamentarias, desde la Presentación en el Templo hasta la Duda de Tomás. Se trataría por tanto de un conjunto muy rico y completo, especialmente en cuanto a la iconografía del Génesis, equiparable a los de Bagüés y Sijena.
El fragmento actualmente expuesto en el museo recoge el episodio del Descendimiento. Domina la composición el cuerpo inerte de Cristo, que está siendo sujetado por su costado derecho por José de Arimatea. Al otro lado encontramos a Nicodemo, quien con unas grandes tenazas se dispone a arrancar el clavo de la mano izquierda de Cristo. Junto a él, San Juan Evangelista se muestra en actitud doliente, la misma que debió mostrar la Virgen emplazada en el otro extremo de la escena, hoy en día perdida.
Estas pinturas se caracterizan por sus tonos ocres y sus fondos neutros. Destaca el empleo de la línea, que sirve para definir los contornos de las figuras, los rasgos faciales, las anatomías y los pliegues de las vestimentas. Estos elementos hacen de ellas herederas de la tradición bizantinista implantada en Aragón por el taller de Sijena, por lo que muchos investigadores les han atribuido una enorme originalidad y calidad artística.
¿Sabías qué…?
La inclusión en estas pinturas de la leyenda veterotestamentaria de Lamec (Gn. 4, 18-24) constituyó un hecho novedoso en la pintura medieval aragonesa. Lamec representa en la Biblia la evolución de la cultura humana, que también es encarnada por sus tres hijos: Yabel, Yubal y Tubalcaín. Estos son entendidos como los padres de la ganadería, la música y la metalurgia, respectivamente.