Buenas tardes. Retomamos nuestro #juevesdearquitectura aunque no vamos a dar un #paseoMDJ muy largo porque no vamos a salir de la catedral. Hoy vamos a dar un paseo por el tiempo más que por el espacio. Aunque el espacio catedralicio va a ser el gran protagonista ya que vamos a ubicar en él los coros del templo.
Para ello vamos a conocer a Pedro Villacampa (1492-1563), cronista de Jaca en el S.XVI. Personaje muy interesante y hombre de su tiempo fascinado por la lectura desde la “Historia hasta la alquimia”. Esa inquietud, traducida en un gran interés en contar el mundo que lo rodea, lo convierten en todo un corresponsal que, a través de sus ojos, nos permite ver y conocer la España del S.XVI. Villacampa va desde lo local, dando a conocer los incendios de la catedral de Jaca del S.XV, hasta lo internacional donde nos emociona cuando nos habla de un viaje a Lisboa y ve bajar con toda fastuosidad, de tres galeras portuguesas, “animales disformes y descomunales”.
Este personaje bien merecería una entrada a parte, pero vamos a centrarnos en una información que nos resulta muy interesante acerca de los coros de la catedral. ¡Vámonos a 1514!.
Villacampa nos transporta a ese momento tan interesante para nuestra ciudad. Un segundo momento constructivo esplendoroso en nuestra catedral con obras en bóvedas, capillas y sacristía (costes incluidos). Además habla de la creación del Estudio de Jaca, la Casa de la Ciudad (ayuntamiento), calzadas o el traslado de las monjas de Santa Cruz de la Serós a San Ginés.
Pero vamos a conocer lo que dice otro historiador, J. María Quadrado, en el S.XIX. Éste cuenta que en la primitiva capilla del Pilar (Sala Refectorio MDJ) hay “2 columnas bizantinas con sus capiteles” trasladadas sin duda de otro sitio. Una de ellas tiene una “antiquísima inscripción que ciñe a modo de collarete, ¡y está invertida y dice así: VJ IDUS JUNII OBIIT JONES DE IBORRI”.
Villacampa indica que en 1514 el obispo Juan de Aragón ordena deshacer el “coro bizantino” (románico) que estaba sobre “columnas de 12 palmos” (¡Casi 3 metros!) para realizar uno más actual y que las columnas se trasladan a diferentes dependencias de la catedral. Bueno, pues resulta que el difunto Juan de Iborri no estuvo sepultado en la capilla del Pilar sino bajo las bóvedas del antiguo coro.
Todo esto nos permite responder a algunas preguntas:
¿Que sabemos en la actualidad de ese fuste? Pues que era el que se ubicaba en aquella primitiva capilla del Pilar y que sustentaba el “capitel del Sátiro”.
Es decir que, en algún momento, ese fuste hizo un “pequeño viaje” desde el centro de la nave central hasta el antiguo refectorio. Y ahí estuvo hasta el S.XX, cuando el capitel pasa a estar bajo el altar de la capilla de la Virgen del Pilar en el ábside sur de la catedral.
¿Por qué se desmonta el coro pétreo de la catedral de Jaca? Bueno, parece ser que no es meramente una cuestión estética. Los incendios del S.XIV, y según nos cuenta Villacampa, hacen que parte de las bóvedas cayeran sobre el coro por lo que es probable que no estuviera en buen estado.
¿Dónde estuvo? En el primer tramo de la nave central llegando hasta la mitad de la misma. A partir de ese segundo tramo se ubicaría el “nuevo” coro del S.XVI.
¿Tenemos más información del antiguo coro pétreo? Poca. Pero algunos especialistas románicos han visto una probable ubicación del capitel de Rey David en este lugar por la temática musical. Como curiosidad, el cronista indica que había en la catedral 17 rejas ante los altares, muy altas (de 4.5 mts) y tres puertas de “fierro fuerte” ante el coro, y otras en la capilla de San Antolín (¿?). ¡Ah! Y que se quitaron de noche “por quitar enojo que la ciudad no quería se quitasen”.
¿Y del coro del S.XVI? Pues que se iría modernizando en época barroca, que se le añadiría un órgano y que se traslada en 1919 al Altar Mayor de la catedral que es donde lo ubicamos actualmente.
Como vemos, gracias a d. Pedro Villacampa podemos recomponer el puzzle de cómo era nuestra catedral en aquel momento y podemos responder a ciertas preguntas, aunque otras se nos quedan en el aire.
Sirva esta entrada como pequeño homenaje para todos esos cronistas de nuestros pueblos y ciudades. Los de antes y los de ahora. Aquellos que nos abren ventanas en el tiempo para contarnos y mostrarnos lo que ahora sólo podemos intuir.