Noviembre 2018. Actas del Concilio de Jaca

Hacia 1094-1104 (Coincidiendo con el reinado de Pedro I)

Pergamino escrito en latín.

Este mes de noviembre queremos destacar las Actas del concilio de Jaca, que se conservan en la sala Torreta del Museo Diocesano, espacio destinado a mostrar parte de la importante colección de documentos del archivo catedralicio.

El manuscrito, realizado en pergamino, data del siglo XII y es una copia del Acta original del Concilio de Jaca celebrado en el año 1063, aunque no hay unanimidad entre los historiadores sobre esta fecha. El texto es el resultado escrito de un sínodo (asamblea) formado por nueve obispos y tres abades en el que se discutieron temas relacionados con la diócesis de Jaca – Huesca.

El documento se cree que fue elaborado por los canónigos de la diócesis de Jaca – Huesca en el scriptorium oscense durante el reinado de Pedro I (1094-1104), con el objetivo de definir territorialmente las fronteras de la diócesis, frente a las vecinas de Lérida, Pamplona y Zaragoza, así como los monasterios de San Juan de la Peña y Montearagón. En él también se incluyen diferentes donaciones realizadas por el rey a la diócesis jacetana.

 En la parte superior izquierda del documento hay una miniatura en la que se  representa al rey Ramiro I, coronado y con cetro de color rojo, flanqueado por sus dos hijos, hermanastros entre ellos, ambos de nombre Sancho Ramírez (el conde y el rey). En el centro del pergamino, aparecen siete obispos, identificados por sus mitras, albas, casullas y el báculo de cayado curvo. Serían los prelados: Austino de Auch; Guillem de Urgell; Heraclio de Tarbes; Stephen de Olorón; Gomescano de Calahorra; Juan de Pamplona; Sancho de Jaca. Y en la parte inferior del podemos ver dos obispos más con los mismos atributos (los prelados Paterno de Zaragoza y Arnulfo de Roda) y junto a ellos, tres abades tocados con báculo de cayado recto: el Abad Blasco de San Juan de la Peña; Banzo del monasterio de San Andrés de Fanlo y Garusu de San Victorián.

¿TE HAS FIJADO EN…?

El documento,  al estar realizado durante el reinado de Pedro I, aparece confirmado por éste en la parte inferior del pergamino. Pero mientras que todo el texto está escrito en latín, aparece curiosamente la “firma” del rey en lengua árabe. A lo largo de la Edad Media, la Península Ibérica fue el escenario de una compleja convivencia entre cristianos y musulmanes pero los enfrentamientos políticos y religiosos que existían entre los dos grupos no impidieron que se establecieran alianzas, intercambios y préstamos. El uso de inscripciones en árabe por los Reyes cristianos (no sólo para sus firmas sino también para decorar sus palacios o textiles) refleja la permeabilidad cultural que caracterizó esta época. En el caso de nuestro monarca, quizás su firma en árabe pudiera servir como medio para evitar falsificaciones pero también quizás la utilizara como deseo de legitimar su poder en un contexto de conflicto frente a los musulmanes en la época de la reconquista. De hecho, debemos recordar que el rey Pedro I consiguió importantes victorias frente a los musulmanes: En 1096 logró conquistar Wasqa –Huesca tras vencer en la famosa Batalla del Alcoraz y en el año 1089 su padre le nombró «rey de Monzón» encargándose de la defensa del curso medio del Cinca de los ataques fronterizos musulmanes de la taifa de Lérida. Por ello puede ser que utilizara su firma en árabe como muestra de sus importantes victorias y como símbolo de su legitimación sobre ellas. Está escrita en árabe andalusí, y equivale a la expresión «Signum Petri Sancii» en latín, usada por Pedro I de Aragón cuando aún era príncipe

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