Nuestras primeras #pinceladasdearte de 2016 queremos comenzarlas con un término muy habitual en las visitas guiadas del románico: La Mandorla. Nos referimos a esa forma almendrada (el término “Mandorla” significa literalmente “almendra” en italiano) que suele aparecer en los cuartos de esfera de los ábsides enmarcando, por lo general, al Pantocrátor que preside el altar mayor de las iglesias medievales. Una forma, que aunque a primera vista nos pueda resultar simple, conlleva dentro de sí múltiples significados e interpretaciones.
Se trata de un elemento de forma ovalada que se formaría por la conjunción de dos círculos, que se suponen dos mundos opuestos y encontrados como podrían ser el Cielo y la Tierra y que de esa unión surgen seres que suponen un puente entre ambos mundos.
Pero la importancia de este óvalo viene de lejos, ya que en la Antigua Grecia, el filósofo Pitágoras la consideraba como una forma sagrada ya que el centro de cada círculo se encontraba en la circunferencia del otro, dando esas medidas resultantes lo que se denominó «La Medida del Pez». Y es que otra acepción para el término “Mandorla” es precisamente el de “Vesica Piscis” o “Vejiga de Pez” en latín, siendo conocida la importancia de la figura del pez para los primeros cristianos como símbolo de Cristo. Como curiosidad, y aunque no queda nada claro la relación con el mundo pitagórico, aquella “Medida del Pez” del filósofo griego, da como cociente 265:153, y precisamente 153 fueron los peces que Jesús sacó del mar en la Pesca Milagrosa relatada por San Juan Evangelista.
Se trata de un elemento muy utilizado por el cristianismo desde temprana edad, ya que también hay quien dice que se basa en la utilización romana del “clípeo”, la representación del retrato del difunto en los sarcófagos que ya servían, de alguna manera, como una fórmula para mantener el espíritu del difunto entre el mundo terrenal y el Más Allá.
Ya en la Edad Media se convierte en elemento habitual de las iglesias, sobre todo en el románico en el que el Pantocrátor suele presidir los ábsides enmarcado dentro de esta figura, aunque no de manera exclusiva, ya que la mandorla puede poner marco a otras representaciones como una Ascensión de Jesús a los Cielos, como vemos en la Iglesia de los Santos Julián y Basilisa de Bagües; o una Coronación de la Virgen María, ejemplo que encontramos en el ábside de la iglesia de Nuestra Señora del Rosario de Osia (Huesca), siempre remarcando esa idea de «puente entre dos mundos» a la que venimos haciendo mención. Esta idea será sustituida más adelante en la Historia del Arte por la del «rompimiento de Gloria» muy habitual, sobre todo, en el barroco.
Y hasta aquí una nueva semana de #pinceladasdearte, esperamos que os haya gustado y hasta la semana que viene.