s. XV
Temple sobre tabla
Juan de la Abadía el Viejo
Procede de la iglesia de San Miguel de Abena
En septiembre se celebra la festividad de San Miguel, un santo cuyo culto tuvo gran desarrollo en el Alto Aragón durante la Edad Media, por eso hemos elegido como pieza del mes una obra con esta temática procedente de Abena que próximamente podrá contemplarse en el MDJ.
La obra está compuesta por dos escenas, en la parte superior El Descendimiento y en la inferior San Miguel pesando las almas en el Juicio Final. El Descendimiento representa a la Virgen María sujetando el cuerpo yacente de su Hijo en compañía de San Juan Evangelista y María Magdalena. La escena se desarrolla al aire libre, ya que los personajes aparecen al pie de la cruz, frente a un paisaje abierto. Sin embargo, la parte inferior de la obra muestra fondo dorado, sobre el cual aparece San Miguel de pie, con alas, ataviado con armadura y capa y sujetando con la mano derecha la lanza que atraviesa al demonio que ocuparía el ángulo inferior derecho. Esta iconografía de San Miguel como psicopompo fue muy habitual en la Edad Media y se repite en otras obras de Juan de la Abadía muy similares a la de Abena como la que se conserva en la Fundación Lázaro Galdiano (Madrid) o la del MNAC (Barcelona).
Juan de la Abadía el Viejo fue un destacado pintor oscense, formado en Barcelona, cuyo primer trabajo documentado lo sitúa en el entorno de Huesca donde realizaría hacia 1473 el retablo mayor de la Catedral de Jaca dedicado a Santa Orosia, hoy perdido. A este encargo le seguirían otros trabajos en Huesca capital, Biescas, Sorripas, Broto, Alquézar o Almúdevar. Su estilo se encuadra en la tendencia del gótico hispano flamenco caracterizada por un mayor realismo y detallismo en la representación. Como en todas las obras de Juan de la Abadía, en esta tabla destaca el cuidado tratamiento de las vestimentas, con plegados angulosos, el uso de colores vivos y las figuras bien modeladas y dotadas de expresividad.
¿SABÍAS QUE…? El origen de la representación del pesaje de las almas se remonta al Antiguo Egipto, donde el dios Anubis se encargaba de extraer el corazón de los difuntos y lo depositaba en uno de los platillos de la balanza junto a una pluma, mientras un jurado formado por diversos dioses realizaba preguntas sobre la conducta de su vida humana que hacían aumentar o disminuir de peso el corazón, que finalmente no debía ser más pesado que la pluma para poder vivir eternamente. En la pintura medieval este tema se retoma y es frecuente que los dos platos de la balanza estén ocupados por una figura blanca que simboliza las buenas acciones y por una figura desnuda que representa las malas acciones, de ahí que junto a los platos aparezcan un ángel y un demonio