Sepulcro del Obispo Pedro Baguer

¿Quién era el obispo Baguer?: Don Pedro Baguer era natural de Jaca y fue Obispo de Alghero, en Cerdeña. Precedió en la sede insular a Pedro del Frago (que fue Obispo de Alghero en 1566), quién en 1572 fue nombrado Obispo de Jaca. Ambos prelados asistieron a las sesiones del Concilio de Trento (1545- 1552). Baguer era de noble familia, hijo de la casa de los señores de Arrés y de la de Honor de Senegué. Se doctoró en la Universidad de Salamanca y tuvo una imparable carrera como Inquisidor del Reino de Toledo y miembro del Consejo del Aragón. Tomó posesión de la sede de Alghero en 1543. Fue visitador del Reino de Mallorca y vivió en Jaca sus últimos años. En 1566 ya había fallecido.

Nunca olvidó la seo jaquesa y en 1538 donaba un cáliz al cabildo.

Una vez fallecido, las obras para remodelar la capilla Baguer y hacerse un monumento funerario las lleva a cabo su sobrino, Martín Íñiguez, infanzón de Zaragoza.

Para la realización de la tumba se asociaron los mazoneros Juan Rigalte y Guillén Salbán. En ella también participó Juan de Anchieta. Para hacer el retablo de San Jerónimo se contrató al escultor Jorge Eriget de Flandes y al pintor Antón Claver. En ambas obras se trabaja ya en 1568 si bien en el retablo de San Jerónimo figura la fecha de 1573.

La sepultura está adosada al muro testero del transepto norte y forma una capilla que perteneció a la familia Baguer dedicada a San Jerónimo en el ábside que cierra la nave del Evangelio, según la remodelación llevada a cabo a partir de 1567 en esa zona de la Catedral. Es curioso que no haya inscripciones conmemorativas o epitafio que nos deje claro quién está allí enterrado aunque tenemos su blasón o escudo como una manera de dejar memoria (cuartelado en cruz; 1º dos vacas puestas en faja; un castillo donjonado en tres; 3º un árbol  resaltado de león rampante; 41 una vaca y tres palos.

Consta de arco de triunfo apoyado en pilares cuyas enjutas presentan alto relieves de profetas en alabastro (quizás sean Jeremías –con la piedra en la mano, símbolo de su lapidación- y Ezequiel –relacionado con la Virgen-). Recuerdan a modelos miguelangelescos y también atribuidos a Anchieta. Remata con frontón triangular con el escudo del Obispo Baguer en piedra.

Las pilastras tiene el tercio inferior decorado con grutescos y querubines (espíritus celestes); cestos con frutos: lo que el difunto alcanzará en el paraíso; y cabezas de león (símbolo de resurrección y muerte). En la columna de la izquierda están las virtudes teologales: Fe (cáliz y cruz) en el frente; y la Esperanza (manos juntas y mirada elevada al cielo) y la Caridad (dos niños) en las laterales. En la otra columna, tres virtudes cardinales: en el centro la fortaleza (columna) y a los lados la prudencia (serpiente) y la Justicia (parte superior de una balanza).

Dentro del arco- hornacina está la urna funeraria con las virtudes en el frente y la estatua yacente del Obispo en alabastro. Encima el grupo escultórico de nuestra señora de la Asunción como reina de los cielos también en alabastro y atribuida a Anchieta y que se incluye en este contexto funerario porque debido a su condición de Madre de Dios se confía en su misericordia para que interceda a favor del difunto en el Juicio Final. Su coronación por los ángeles es símbolo de su victoria sobre la muerte.

  • Fe (cruz y cáliz) la de mayor categoría y es una clara alusión a la eucaristía. Su importancia en el arte cristiano aumentó tras el Concilio de Trento;
  • Caridad (dos niños); signo de generosidad y entrega al prójimo. Para San pablo era la mayor de las virtudes.
  • Templanza (dos jarras);
  • Justicia (balanza y espada)
  • Prudencia (serpiente y espejo).

El éxito de las virtudes en el arte sepulcral del Renacimiento se ha interpretado como el interés por manifestar la glorificación del pasado del difunto y la práctica de las virtudes contribuye al alcance de la vida eterna y la felicidad (también representadas a la entrada de la capilla de la trinidad). El difunto se presenta con los ojos cerrados (expresando el gozo del descanso eterno) y viste indumentaria episcopal: tocado con mitra con adornos de pedrería y cubre con casulla decorada con cenefas imitando bordados. Las manos cruzadas sobre el cuerpo están enguatadas y los dedos con anillos. Sujeta un báculo, atributo de dignidad. Rostro de anciano lleno de arrugas.