Siglo XII, finales.
Madera de nogal sin policromar.
Procede de la catedral de Jaca.
Es una talla en madera de nogal de Cristo crucificado, una representación habitual en la iconografía cristiana de la época del románico. Presenta las características comunes a los Cristos de la época como son ese cuerpo en vertical con los brazos extendidos, las manos abiertas y las piernas estiradas. Además en este momento los Cristos presentan siempre cuatro clavos, que con el paso de los siglos, ya en el gótico, se convertirán en tres, no suele llevar la corona de espinas y nunca encontraremos en su rostro ninguna señal de dolor ni padecimiento, ya que a través de esta iconografía se busca expresar la victoria de Cristo sobre la muerte y la Salvación de la Humanidad.
En este Cristo procedente de la Catedral de Jaca podemos observar esa rigidez y frontalidad tan características de la escultura románica, aunque en este caso, la simetría, igualmente característica, se ve alterada por la disposición de la cabeza, que aparece ligeramente inclinada a la derecha. Además se puede apreciar como su cuerpo no cuelga inerte en la cruz, sino que más bien reposa sobre la misma. Presenta una anatomía muy esquemática en la que, sin duda, resaltan los pectorales y las costillas.
Como es habitual el cuerpo de Cristo aparece únicamente cubierto por el paño de pureza o perizonium, que se dispone de manera vertical, sujeto a media cadera y atado con un complejo y artístico nudo, en el que podemos observar como uno de los cabos de la tela se recoge en el cinturón y cae en forma de abanico sobre la tela inferior.
Lo que más llama la atención de esta escultura es el orificio que presenta entre las dos costillas, un hueco que serviría para albergar una pequeña reliquia, con lo que estamos frente a un Cristo relicario. Además no se cree que en origen se contemplara la imagen de madera, como la vemos hoy en día, ya que se plantea la hipótesis de que estuviera completamente recubierta de plata o algún metal que la imitara, de manera que el orificio del relicario quedara oculto y además esa capa argéntea dotaría a la pieza de un halo de misterio al reflejar la luz de las velas que iluminarían la catedral.
Los artistas que se dedicaban a la imaginería en el norte de Aragón en esta época eran probablemente gente de la zona, que legaban sus fórmulas de generación en generación, por lo que las tallas conservaron una estética invariable durante muchos años y eso complica la precisión de su cronología.
SABÍAS QUÉ…?
La imagen de la Santa Cruz no empezó a ser venerada hasta el concilio de Nicea del año 325, cuando se autoriza oficialmente, ya que en los primeros siglos a los cristianos les avergonzaba una imagen que recordaba esa muerte que los romanos reservaban a los grandes criminales. Las primeras representaciones de Cristo son siempre como Buen Pastor, en la Última Cena o como niño en brazos de su madre. Es a partir del siglo V cuando sobre los crucifijos empieza a aparecer la imagen de Cristo muerto o agonizante.
SABÍAS QUÉ…?
El monte Calvario también conocido como Gólgota fue el lugar donde, según los Evangelios, fue crucificado Cristo y muchas veces debajo de la cruz de Cristo podemos encontrar una calavera, que pertenecería a Adán ya que fue enterrado en ese mismo lugar. Según una antigua tradición Adán, padre del género humano, fue enterrado en el Gólgota, bajo el lugar donde debía morir el segundo Adán, Cristo.
SABÍAS QUÉ…?
En la iglesia ortodoxa, el símbolo de la cruz aparece representado con ocho brazos, ya que van a colocar un tercer tramo horizontal sobre el que reposan los pies de Cristo atravesados por dos clavos, como ocurre en el arte románico. El extremo derecho de este travesaño aparece un poco levantado hacia el cielo, simbolizando el Paraíso al que ascenderá el Buen Ladrón situado a la derecha de Cristo, por el contrario el extremo izquierdo apunta al Infierno, aludiendo al destino del Mal Ladrón.
SABÍAS QUÉ…? Habitualmente en las imágenes del Cristo Crucificado vamos a encontrar a izquierda y derecha de Jesús a la Virgen María y a San Juan Evangelista, el discípulo Bien Amado. Esta representación conocida como Déesis la encontramos tanto en el arte Bizantino, como en el Románico, en el Gótico y en el Ortodoxo.