Mayo 2020. Virgen de Iguácel (Huesca)

Románico, principios del siglo XII

Madera tallada y policromada

Procede de la ermita de Santa María de Iguácel

Tras varios meses de restauración, este mes de mayo hemos vuelto a incorporar a la colección del MDJ la talla de la Virgen de Iguácel. Para celebrar su regreso a nuestras salas y coincidiendo con que mayo es el mes en el que la Iglesia católica honra a la figura mariana, hemos dedicado nuestra Pieza del Mes a esta bella talla románica.

Se trata de una pieza de pequeñas dimensiones que representa a la Virgen como Sede Sapientas, es decir, como trono de Sabiduría para su Hijo. Por tanto, de acuerdo a las convenciones románicas la Virgen no demuestra afecto hacia el Niño sino que se limita a servirle de asiento (impresión reforzada por la rigidez que el escultor confirió a su cuerpo). No obstante, la mano que apoya sobre el hombro de Cristo constituye ya un tímido indicio de la actitud maternal que la Virgen adoptará en época gótica. En su diestra sostiene una esfera roja que ha sido identificada como un orbe, símbolo de la soberanía de su Hijo sobre el mundo. Otras interpretaciones defienden que pueda tratarse de una manzana, la cual señalaría a la Virgen como la Nueva Eva, al ser ella la responsable de interceder por los pecados que la primera mujer causó al probar el fruto prohibido.

Cristo descansa sobre su rodilla izquierda, desplazándose respecto al eje vertical y rompiendo de esta manera la simetría típica de la imaginería románica. Su representación de acerca más a la de un Cristo en Majestad que a la de un infante, pues sus facciones son las de un adulto y sostiene el Libro en la mano izquierda (probablemente con la derecha en origen adoptaba el gesto de bendición, ya que la actual es un retoque de época moderna).

Tanto en la composición como en determinados detalles, esta talla destaca por su clara influencia bizantina. En su temática, la Virgen de Iguácel se inspira en la iconografía de la Theotokos oriental (“Madre de Dios”, como estableció el Concilio de Nicea en el 431). Detalles como el collar dorado o el pequeño tocado que en este caso sustituye a la corona son también elementos típicos del vestuario bizantino, que además ayudan a datar a esta talla en fechas anteriores al 1180 (momento a partir del cual el uso del bonete bizantino desaparece). Estas mismas características también podemos encontrarlas en tallas cercanas como la de Agüero o Villanúa, ejemplos que demuestran que la tendencia bizantina caló fuertemente en el arte altoaragonés de mediados del siglo XII.

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